El día que conocí y encontré a Zen me dijeron:
“Una vez que llegues, no lo vas a poder soltar, porque es un espacio en el que simplemente perteneces.”

En ese momento lo vi como un ¡wao! y luego entendí que aquí encontré mi tribu, ese lugar que no importa qué pase afuera, adentro estás protegido, como en una cápsula donde puedes ser tú mismo. Los profesores no solo están para guiarte, son más que eso: son familia.
De Ana aprendí que hay magia en todo lo que hacemos, y que nos amemos incondicionalmente, porque ese amor que nos damos es lo que nos mueve. A través de los movimientos encontramos un poder único: tu poder, tu ser. Y aunque todos los días no sean iguales, la energía que traes a clase todos los días es el verdadero corazón de Zen.
Julio y Yami: No se trata de perfección, sino de progreso. Trabaja en tu mente, no en los minutos que faltan. Tú puedes, no te rindas… esas palabras valen más que mil palmadas.
Vero: Si hoy no se siente bien, no pasa nada. Escúchate y fluye, y recuerda que no tienes que demostrarle nada a nadie.
Maricarmen: Nos enseña a meditar, a calmar la mente y respirar.
Con su guía hallamos dirección, y en el silencio… paz y conexión.
Ian: Tu cuerpo es tu lugar de paz, En cada inhalación y exhalación te vuelves mãs consciente en el aquí y en el ahora.
Edwin: Tu fuerza no está en los puños, está en intentarlo cada día. La constancia te hace más fuerte. Y responderte en cada clase: ¿Por qué practico boxeo?
Leonor: No tienes que resolverlo todo hoy. Puedes darte un momento para ti, sin culpa, sin excusas, sin explicación. El verdadero progreso es elegir la calma.
Luisa: La misión de cada día es hacernos más fuertes, que el cuerpo se mueva con alegría y que la diversión no pare.
Gracias a todos ellos encontré mi mejor versión en este año de transformación.
Porque el yoga es más que ejercicio, es aprender a no aferrarse a las situaciones cotidianas, soltar cuando algo no se siente bien, abrazar tus incomodidades y vivir en el presente, porque es lo único que tenemos. Del pasado, aprendimos, y del futuro, esperar que nos sorprenda. Y esas son las herramientas que aprendí en Zen.
Más que posturas, es un estilo de vida que me cambió mi mundo, para brillar desde adentro y no solo ponerle maquillaje a lo que quiero que se vea por fuera. Poder ser vulnerable y que la tribu te sostenga.

Por Britney Woods